La carrera de los precios es imparable, llegamos a pagar hasta 33 veces el valor de un determinado alimento. Podemos poner por ejemplo el precio del kilo de limones, en nuestro mercado habitual pagaríamos alrededor de 1,30 € por kilo y en su origen el coste es de 0,04 €, una verdadera animalada.
Esta situación la sufren una gran cantidad de productos, aunque más lo sufrimos los consumidores que somos el último eslabón de la cadena. Pero no hay que olvidar tampoco el primer eslabón que son los agricultores, precios irrisorios por el esfuerzo y el trabajo que realizan durante todo el año.
La diferencia existente entre el primer eslabón y el último es abismal, pagamos 30 veces más un determinado producto gracias a los intermediarios, sin duda es un abuso. De hecho, el Gobierno Español es consciente del problema y en su programa electoral reconocía estos datos. La especulación está a la orden del día y es un serio problema que hay que resolver tanto para beneficio de los agricultores como el de los consumidores.
Está muy claro que es necesaria una ley que regule esta situación, pero una ley que sea efectiva. España, según el MAPA (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación) es el 2º país más caro de la Unión Europea en cuanto a los alimentos se refiere, bueno, pues si son conscientes de esto deberían hacer algo ya, al final los agricultores no podrán o querrán trabajar y nosotros no podremos comprar. Soluciones hay algunas sobre la mesa, pero ahí están, sobre la mesa.
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