miércoles, 2 de enero de 2008

Andorra, la libertad allende la frontera.

ANDORRA, la libertad allende la frontera.

Recientemente un amigo mío se ha trasladado por motivos de trabajo al país pirenaico, único estado soberano del mundo cuyo idioma oficial es el catalán. Confieso que aún no he tenido la suerte de visitar ese pequeño, pero gran país, y no creo que tarde mucho en hacerlo. De momento me he conformado con un viaje virtual por la Red y he descubierto una atractiva posibilidad que ofrece aquel país; no me refiero a la práctica del esquí, de sobra conocida, sino a la libertad de que disfrutan los ciudadanos andorranos, tanto nacionales como residentes extranjeros, de elegir para sus hijos la lengua vehicular en la Enseñanza.La ley andorrana contempla tres modelos educativos: el andorrano, cuya lengua vehicular es la catalana, pero donde están presentes también la castellana y la francesa; el modelo español, con la lengua castellana como vehicular; y el francés, en la lengua de Molière.

Una libertad de la que nos ha privado la política española, PP incluído ( que lo pregunten a los padres de Baleares, donde hasta ayer ha gobernado un PP catalanista, aunque menos catalanista que ERC, todo hay que decirlo).

Lo que me ha revelado el director de una escuela andorrana no tiene desperdicio: resulta que no son pocos los residentes en la vecina localidad catalana de La Seu de Urgell que poseen una residencia ficticia en Andorra, a fin de poder escolarizar a sus hijos en lengua española en aquel país, eludiendo así la imposibilidad de hacerlo en español en territorio español, Cataluña. ¿ A qué es delirante y surrealista? No en vano estamos en la patria de Dalí. Pero a diferencia del genial artista ampurdanés, el surrealismo que ejecuta la Generalitat, con la complicidad del Estado español, carece de genialidad y es más bien de corte grotesco y liberticida. Y no tiene ninguna gracia.

En 1972, gobernando Francisco Franco, algunos españolitos cruzaban la frontera pirenaica ( Perpiñan ) para ver a Maria Schneider en "El último tango en París" bajarse los pantalones, y aquello de la mantequilla. En 2007 otros españolitos siguen cruzando la frontera pirenaica (Andorra) porque no quieren bajarse los pantalones ante la Generalitat. En ambos casos, la razón del periplo es la misma: abandonar territorio nacional para obtener una libertad que aquí, en España, se les niega. ¿Se imaginan que en el sur de Alemania, donde se habla el suabo, una lengua vernácula, los ciudadanos tuvieran que ir a Lichtenstein para escolarizar a sus hijos en la lengua de Goethe? Parece que, como en tiempos de Franco, España sigue siendo diferente.

José Antonio Braojos

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